Iniciamos la andadura de las TERTULIAS SANITARIAS con el
firme convencimiento de que algo ha cambiado en los profesionales de la sanidad
pública. Tras años siendo meros espectadores de un sistema sanitario en el que
la política y el desgobierno han trazado sus estructuras, consideramos que la
recuperación de nuestra sanidad pasa por un cambio de modelo en el que el
profesional, ineludiblemente, tiene que pasar a formar parte de la solución.
Para hablar y
debatir sobre ello, hemos reunido a 30 tertulianos conscientes de este reto, orgullosos
de su trabajo y con espíritu crítico, inquietudes e ideas. Profesionales que
consideran que, como tantos otros, tienen la responsabilidad de participar del
cambio y de replantearse todo el sistema.
En la actual
estructura sanitaria, existen unos órganos de gobierno supeditados al poder político
que fomentan una estructura de la que ni los médicos ni los profesionales participan porque no existe ningún
cauce de participación de los mismos ni en hospitales ni en atención primaria.
Las gerenciasy las direcciones generales, elegidas a dedo y a las que no se exige ni profesionalización ni
resultados en eficiencia, acaparan el poder absoluto de los hospitales y centros de salud sin que exista un
consejo de administración coparticipado ni con profesionales ni con ciudadanos
y pacientes. Las antiguas juntas de gobierno han sido sustituídas por las
actuales estructuras donde la representación del professional constituye un
órgano meramente consultivo que poco o nada puede transmitir y mucho menos
ejecutar del verdadero enfoque clínico que debería guiar toda institución
sanitaria.
Cualquier iniciativa innovadora de trasladar la gestión a la
clínica por parte de los profesionales y de hacerse corresponsables y
partícipes del funcionamiento de cualquier unidad o servicio, no deja de ser
una iniciativa aislada sujeta al capricho del gerente de turno o a la voluntad
del que lo pone en marcha, porque ni la estructura actual ni las leyes que la
sustentan, dan cabida a este tipo de iniciativas. Todo esto sin olvidar que es
el médico y el profesional el que, en última instancia, en su práctica diaria,
tiene la llave del conocimiento, del verdadero sentido coste-efectividad y de
la buena práctica clínica. Efectivamente, intentar gestionar un ente sanitario
sin la participación activa y crítica de los que finalmente ejecutan la
medicina, es un error que llevamos muchos años arrastrando y que está detrás
del desenfoque actual de las gerencias y órganos de gobierno que mantienen el
foco en otro lugar alejado del único objetivo posible, los pacientes y su
salud.
Esto también ha
llevado a una cierta actitud por parte de los profesionales de dejación de sus
responsabilidades como responsables últimos del gasto. Parte de esa dejación es
fomentada por esa estructura en la que no existe ningún mecanismo de control ni
de justificación del gasto que permita tener una conciencia global de las
acciones individuales.
Añadido a ésto,
los datos que deberían ser de consulta pública y de naturaleza transparente, en
los que se pudieran analizar realmente los diferentes indicadores de calidad y
de eficiencia son datos completamente opacos o maquillados para intereses
particulares o politicos. Una verdadera e independiente evaluación de la
calidad es imprescindible en cualquier sistema sanitario que quiera avanzar y
pretenda mejorar, como el espíritu de la propia medicina lo demanda.
En este contexto, tampoco existe una elemental coordinación
ni una política clara sanitaria que aúne todos los objetivos y cada hospital actúa
como una entidad aislada sin coordinación ni entre los mismos hospitales ni con
atención primaria y ni mucho menos, entre diferentes comunidades. Sin esta
visión globalizada y cohesionada del sistema sanitario es imposible llevar a
cabo políticas eficientes ni objetivos finales centrados en la salud y en los
pacientes.
Es en atención
primaria donde habría que asegurar una redistribución más eficiente de los
recursos que inevitablemente pasa por una mayor inversion y una mejor
coordinación con atención especializada. Es esta falta de coordinación entre primaria y especializada
la que hace que en ocasiones y de manera sorprendente, los objetivos de ambas
sean contradictorios cuando los objetivos de ambas siempre tendrían que ser el
mismo, el mejor trato del paciente.
A esto se le
añade la participación de la farmaindustria, anteriormente focalizada en educar
a los médicos, que ahora ha encontrado en el paciente el objetivo de sus
campañas haciendo que éstos se conviertan en los que exigen determinados
fármacos o tecnologías, de los que previamente han recibido la correspondiente
publicidad.
De todo lo
hablado en esta tertulia y reflejado en el texto anterior, nos quedan varios
planteamientos para elaborar y concretar en futuras tertulias:
-La necesidad de cambiar los órganos de gobierno de
hospitales y centros de salud.
-La necesidad de cambiar las estructuras actuales de
funcionamiento del sistema dando prioridad a una estructura que surja desde
abajo, desde la clínica.
-La necesidad de hacer valoraciones independientes de la
calidad y de la eficiencia y de despolitizar la estructura al mismo tiempo que
se profesionalizan los puestos de mayor responsabilidad gestora.
De todo esto seguiremos hablando para llegar a propuestas
realistas en positivo que, cómo no, empezarán siendo sueños y quién sabe si se
convertirán en realidades.
Hemos
despertado, pero lo hemos hecho soñando.
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