IIIª TeRtULia SaniTaRia


Desde hace algunos años, los profesionales de la salud venimos reivindicando una mayor implicación en el diseño y la gestión de nuestro sistema sanitario. La grave crisis económica que padecemos, ha puesto de manifiesto que un sistema nacional de salud que se precie de serlo no puede ser eficiente sin la participación y el compromiso de sus profesionales.  El término “gestión clínica”, ha resurgido  como una posible solución a nivel micro de los problemas que actualmente padece nuestro sistema sanitario. Implica “hacer más clínica la gestión y hacer más gestora la clínica” o lo que es lo mismo, que tanto gestores como clínicos sean capaces de hablar un lenguaje común, hasta ahora inexistente. Sería, en todo caso, ingenuo pensar que la gestión clínica por sí sola sea la “solución” de los problemas de nuestro sistema sanitario. Es indudable que esta herramienta solo sería útil enmarcada en una reforma profunda y coherente de nuestro sistema sanitario público, sin la cual la gestión clínica carece de sentido .
En este momento, las Unidades de Gestión Clínica constituyen un modelo de gestión que, según cómo se defina y de qué apellidos se le dote, puede convertirse en una herramienta útil  para combatir la crisis actual de nuestro sistema sanitario o en un caballo de Troya instalado en nuestro ya de por sí frágil sistema nacional de salud.
La reciente elaboración por parte del Ministerio de Sanidad de la ley 10/2013, publicada en el BOE el 24 de julio sin previo aviso ni consenso y escondida dentro del epígrafe de “Garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios”, que habla de las unidades de gestión clínica y de modificaciones del estatuto marco, hacen sospechar que, “al igual que cuando se habla del amor”, el concepto cambia se sentido según quién lo pronuncie. Es por ello que sería imprescindible llegar a un amplio consenso profesional y social sobre cuál es el modelo de gestión clínica más adecuado para nuestra sanidad en este momento.
  Al contrario que en otras comunidades como Andalucía o Asturias, donde el concepto de unidad de gestión clínica (UGC) es un término extendido y en uso, en Madrid, las pocas experiencias se circunscriben a proyectos individuales, de tintes casi quijotescos. Las que existen, se circunscriben  casi exclusivamente al área de Salud Mental (Hospital 12 de octubre) en las que un jefe de servicio de acuerdo con la gerencia  y mediante una simple norma interna,  estructura un proyecto inspirado, de manera genérica, en una unidad de gestión clínica (UGC)   y logra autodefinirse como una unidad de “auto gestión corresponsable” (AGC), dotándole de autonomía y de capacidad gestora.
 A pesar de que el modo de trabajo transversal y multidisciplinar  viene siendo común a  todos los centros de salud mental desde hace ya 25 años y favorecen este tipo de unidades, el éxito de su implantación, nace de ser una iniciativa de “abajo arriba” en la que la implicación de los profesionales se hace imprescindible y el análisis de los datos en tiempo real se convierte en una herramienta fundamental.
La experiencia de este tipo de unidades se ha traducido en una mayor motivación de los profesionales, una disminución de sus listas de espera así como la puesta en marcha de varios programas enfocados a mejorar la calidad de la atención de sus pacientes. Para sus impulsores, el hecho de que sea una iniciativa de abajo arriba, con mayor autonomía y participación del profesional, así como la ausencia de  ANIMO DE LUCRO, son las claves de este proyecto. Así mismo, destacan que en el marco actual, con las herramientas disponibles y desde dentro de la sanidad pública, se puede hacer una mejor gestión si nos responsabilizamos de hacerla, se nos deleguen los instrumentos necesarios para ello y exista  un elevado grado de entendimiento entre los profesionales y los directivos sanitarios.
Pero este marco idóneo que se da en la salud mental, o que se dio en su día en los centros de atención primaria antes de la desaparición de las áreas básicas de salud, no se da en todas la áreas clínicas.

Para facilitar el desarrollo de propuestas e intentos de gestión como el comentado en otros contextos similares, podrían definirse unos prerrequisitos fundamentales para la implantación de estas Unidades de Gestión Clínica sin los cuales es mejor no iniciar este camino:
-Que sea un proyecto impulsado desde “abajo”, desde la propia motivación de los profesionales.
-Que sean participativas y voluntarias.
-Que se den las condiciones de gestión desde “arriba” necesarias para llevarlo a cabo creando un ambiente facilitador y colaborador con los organismos gestores.
-Que se apliquen en unidades con alto grado de sensibilidad/ disponibilidad/ madurez. En este sentido existe una herramienta denominada Medical Engagement Scale (MES) que mide el grado de “compromiso” de los clínicos con su organización y mide la disponibilidad de los clínicos de involucrarse en temas de gestión y liderazgo de sus organizaciones.
 -Que vayan acompañadas de sistemas de evaluación con indicadores que se puedan medir y que sean transparentes.

Además de estos requisitos previos sin los cuales no se deberían impulsar estas unidades, cabe destacar otros principios fundamentales que deben exigirse para que sean realmente un instrumento útil tanto de gestión como de sostenibilidad del sistema.
-Que el paciente sea el centro de estos microsistemas y el objetivo final de los mismos.
-Que los incentivos propuestos nunca sean incentivos económicos directamente ligados al ahorro y que la gestión de estos recursos esté siempre enfocada a los intereses generales.
-Que no tengan personalidad jurídica propia que ponga en riesgo la cohesión del sistema.
-Que exista un organismo integrador  con objetivos comunes a todas las unidades que evite la excesiva atomización del sistema. Si algo hemos aprendido de las transferencias de sanidad a las CCAA, es que su descentralización sin integración ni cohesión, no genera ni calidad ni ahorro ni equidad.
-Que haya una transferencia de riesgos ligada a una transferencia de responsabilidades
-Que haya un cambio en la organización que garantice la transversalidad de la asistencia, implicando a todos los actores que concurren en estas unidades.

Sólo si conseguimos alinear los intereses de pacientes, profesionales y gestores, conseguiremos realmente transformar nuestro sistema nacional de salud en un sistema sólido que garantice su calidad, su sostenibilidad y su equidad para el futuro.




Agradecimientos a los tertulianos, que con su tiempo, su  ilusión y sus brillantes intervenciones nos permiten seguir construyendo en positivo, con especial mención al Dr. Jiménez Arriero, Jefe de Servicio de Psiquiatría del hospital 12 de Octubre, por compartir con nosotros su proyecto de "auto gestión corresponsable". A Rafael Bengoa y a JR Repullo por sus consejos y aportaciones para esta entrada. Y a todos los que nos seguís y continuáis soñando con realidades.

Introducción a la IIIª TeRtUliA SaNItAriA




 La próxima tertulia sobre Unidades de Gestión Clínica se plantea como un reto tanto por los ríos de tinta que han suscitado como por la complejidad del concepto. La sola mención del título despierta la misma dosis de esperanza en un sistema más eficiente en unos, como recelo en la perversión de su aplicación en otros. Seguramente, la definición precisa de lo que son y lo que deben ser las unidades de gestión clínica depende del formato y los límites que se den a las mismas.
 Los  profesionales venimos reivindicando la participación en la gestión, la implicación de nuestras decisiones clínicas en el rumbo de nuestro sistema sanitario. ¿Son las Unidades de Gestión Clínica la solución? ¿Son el principio de un nuevo y necesario modelo o por el contrario pueden ser una fragmentación del sistema actual?  ¿Qué límites hay que poner para que no se pervierta el concepto? ¿Funcionan bien las unidades de gestión clínica que están actualmente en marcha? ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen?
 El debate está servido. Las ganas de encontrar soluciones estarán sobre la mesa.
 En la tertulia debatiremos con profesionales que ya cuentan con un modelo de gestión clínica, con algún experto en el tema y con los que desde la práctica clínica buscamos respuestas prácticas.
 
 

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