Introducción Vª TerTuliA: Excelencia y profesionalidad en la práctica médica. Motivaciones e incentivos

Here is the truth: if you want people to do something, you really need to understand what motivates them. That is the key: once you understand what people value, then you can use incentives to work in predictable ways, and you can get people (including yourself) to behave in ways that you want them to.
[The Way Axis. Uri Gneezy and John A. List, 2013, p. 31.]

La Medicina, un rosario de motivaciones

 El ejercicio de la medicina tiene implicaciones más allá del ejercicio de una simple profesión. Dicen que es porque los que nos dedicamos al cuidado de la salud, elegimos esta profesión por vocación. Estudias una larga carrera y haces todos los MIRes que hagan falta siempre respondiendo lo mismo: ¿Yo? Por vocación. Esa vocación tiene infinitas caras, incluída la cara del mismísimo George Washington, el que sale en los one dollar.
Entonces te encuentras con el objeto de todos tus estudios, que para tu sorpresa tiene forma humana: el paciente. Ese ser indefenso y con miedo, que bien podrías ser tú mismo, espera de ti que le cures (a veces), le alivies (a menudo) o le consueles (siempre)*. Si consigues hacer el primero de los objetivos, curarle, te embarga una satisfacción personal que, porqué no decirlo, hace que algunos nos sintamos “un poquito como Dios” en ambos sentidos (la diferencia entre Dios y los médicos, es que Dios no se cree médico). Entonces empiezas a darle forma a esa vocación de la que llevas años oyendo y tus motivaciones van tomando otras dimensiones. No sólo quieres ser un médico, con su prestigio social y su “pues mi niño es médico”, sino que también quieres ser un buen médico.
El saber, que no ocupa lugar pero abarca toda una estantería de la casa de mis padres, se convierte en parte de tu motivación. Saber más que antes, saber más que tus compañeros, saber más que los del hospital de al lado y curar, curar más, que tus pacientes sean los que mejores resultados tienen del país. Qué demonios, del planeta!. Hacer bien tu trabajo, tener prestigio profesional y reconocimiento por parte de tus compañeros y tus pacientes. Recibir de éstos palabras de agradecimiento a veces es el mejor incentivo.
Pero imaginaros cómo sería si además ese agradecimiento y ese reconocimiento al trabajo bien hecho viniera de la institución para la que trabajas. En forma inmaterial y por qué no, en forma de la cara de George Washington (o del Rey Juan Carlos en nuestro caso), porque no nos engañemos, a las cinco de la mañana después de 20 horas trabajando o te incentivan con Georges Washingtons o no trabajaría “ni Dios”.
 Sí, los médicos tenemos múltiples motivaciones, también económicas como si fuéramos mortales. Conocerlas y saber incentivarlas bien debería ser parte de la función de nuestros gestores. 

 A estos gestores, les hago algunas aclaraciones de sumo interés y que invitan a la confusión:
-La productividad NO es un incentivo cuando no discrimina el desempeño. A este concepto se le llama aguinaldo y ya lo hacían los reyes en la edad media.
-La paga extra NO es un incentivo, es parte de nuestro sueldo a pagar en 14 pagas. Hace ilusión recibirla, eso sí. Pero quitarla es bajarte el sueldo o lo que es lo mismo, lo contrario a un incentivo.
-La carrera profesional es más bien una carrera de supervivencia porque lo que más se valora, si no me equivoco, es la antigüedad.

De todo esto hablaremos en nuestra próxima tertulia, por si a alguien le motiva el tema.


*Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre. http://curaraveces.wordpress.com/


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